Había recorrido todas las playas, explorado todas las cuevas y visitado muchos de los pintorescos pueblos del interior que salpican la región. Así que imagínese mi sorpresa cuando descubrí que aún me esperaba un Algarve totalmente distinto, escondido en las colinas.

Como muchos, siempre había pensado en el Algarve como un destino de sol, mar y marisco, no de botas de montaña. Pero después de vivir un tiempo en el Reino Unido, hacía poco que me había iniciado en el senderismo y había empezado a preguntarme qué podía ofrecerme el Algarve. Esta curiosidad fue la que me llevó hasta Alferce, cerca de Monchique, donde me encontré cara a cara con el Barranco del Diablo. También conocido como el Barranco do Demo, su nombre no es ninguna sorpresa una vez que descubres que el sendero está formado por más de 500 escaleras de madera y un puente colgante que parece sacado directamente de El Hobbit.

Construido en 2023, el desfiladero permite a los caminantes cruzarlo a través de una pasarela de 1,25 millas construida en su interior, lo que lo convierte no sólo en una excepcional forma de hacer ejercicio, sino también en una ruta muy pintoresca y digna de fotografiar. El sendero comienza cerca del cementerio de Alferce con un suave tramo cuesta abajo antes de llegar a esos endiablados escalones. Aunque a veces los escalones parecen interminables, el paseo es manejable. Para los que tengan más aguante que yo (y un día más fresco que los 35 grados de calor que soporté), el sendero enlaza con una ruta más larga que conecta el pueblo de Alferce con las ruinas del Castelo de Alferce, una fortaleza islámica que ofrece vistas panorámicas de la Sierra de Monchique.

Antes de visitarlo, había leído en Internet que quienes hacían la ruta en primavera también podían ver un arroyo de montaña que fluye bajo el puente colgante, un detalle que, imagino, hace que la experiencia parezca sacada directamente de una película de aventuras. Pero como yo fui en septiembre, el lecho del río y las zonas circundantes estaban mucho más secos y, sin embargo, seguía habiendo una cierta sensación de estar acunado en los pliegues de las montañas, lejos de las abarrotadas playas del exterior.

La remodelación del Barranco do Demo lo ha transformado en un sendero seguro y escalonado con pasarelas accesibles. Es una escapada perfecta para cualquiera que busque una forma de caminar y, al mismo tiempo, explorar un lado más tranquilo del Algarve. Y cuando haya conquistado la Garganta del Diablo, prémiese como yo: con un buen plato de Bacalhau à Brás en un café de Alferce. Después de tantas escaleras, se lo habrá ganado.